"Creo que este movimiento se reduce en gran parte a tratar a nuestros clientes con respeto, reconociendo que la piel sobre la que estás trabajando es un ser humano vivo, que respira y que tiene sentimientos y experiencias pasadas, y permitiendo que el proceso del tatuaje sea una experiencia íntima. Por supuesto, también existe un componente estilístico muy definido, hay un montón de artistas que están rompiendo el molde y trabajando de formas que no se ajustan al aspecto que "se supone" que deberían tener los tatuajes tradicionales. Pero, en última instancia, creo que todo gira en torno a volver a traer algo de humanidad a esta forma de arte".
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